Historia del Reality Show

La telerrealidad se ha convertido en un hecho social. No cabe la menor duda.

Otro asunto es poner de relieve su bondad o la ausencia de la misma. Desde estas líneas intentaré presentar al lector avezado cual ha sido el origen y alcance de este fenómeno, su transcendencia y capacidad de mutación. Es evidente que como profesionales del medio, el formato (¿?) no solo nos ha cautivado sino que nos ha hecho dependientes del mismo en gran medida. La realidad es que las principales cadenas del mundo (nos guste o no) usan (y abusan) de este tipo de programas y lo seguirán haciendo en tanto en cuanto las audiencias sigan premiando con su atención la emisión de los mismos.

Denostado por muchos, alabado por otros, el Reality Show ha pasado a formar parte de la propia historia de la televisión y probablemente este hecho se perpetúe en el tiempo mientras ambos, televisión y telerrealidad, sigan caminando juntos.

En realidad el tema no es pacífico, sino que existe una gran beligerancia al respecto. En este sentido intentaré poner en orden algunas ideas (con el solo objeto de tenerlas negro sobre blanco y sin ningún interés en participar de la polémica que lo acompaña) que probablemente ayudarán (a los que desconocen el fenómeno en profundidad) a poder valorar con mayor criterio tan conocido portento televisivo.

De esta forma, sería bueno completar los párrafos anteriores, antes de desarrollar más el asunto, con una pequeña disquisición lingüística… ¿Debemos hablar de telerrealidad o bien de Reality show?

Si queremos abordar el tema desde un punto de vista formal el término “telerrealidad” sería el más adecuado. En puridad, debemos usar aquello que ya existe en nuestra lengua común (o que puede concebirse como tal en la misma sin menoscabo de su propio significado) con preferencia a otros términos que deben cuando menos ser importados o adaptados al objeto de poder llevar a cabo de forma acertada la finalidad del propio lenguaje: la comunicación. Dicho lo anterior… ¿Acaso no son las lenguas instrumentos vivos, mutables y en continua transformación? Entonces tal vez podamos usar el anglicismo “Reality show” sin miedo a estar errando.

Probablemente los más academicistas (en este momento debemos tener claro que la Real Academia Española no hace el idioma sino que lo fija) se decantarán claramente por el primero de ellos, pero lo que sí es evidente es que el segundo (Reality show) ha calado profundamente en el lenguaje popular y cuando menos en España, pocas personas se refieren al tipo de programa que nos ocupa con el término “telerrealidad”. Es la vieja polémica que abandona el deporte y viene a la televisión: balonmano, baloncesto/ hand-ball, basket ball; pero también balompié frente a futbol (foot-ball) en donde en unos casos triunfa la adaptación o el vocablo castellano y en otros el anglicismo. Y es que el idioma lo crea y transforma el pueblo con su uso continuado, dejando eso sí, que la Academia establezca las correspondientes normas para su unificación y utilización correcta. Por tanto a nadie extrañe si en los pocos párrafos que continúan este articulo utilice indistintamente uno u otro, telerrealidad o Reality Show (e incluso para molestar más si cabe realitie o realities).

Mis disculpas a Fernando Lázaro Carreter y a Víctor García de la Concha si incurro, por tanto en algún despropósito semántico o lingüístico.

Pero… ¿Qué es la telerrealidad?

Básicamente trasladar situaciones y sucesos de la vida real a la Audiencia. Al espectador. Es posible que en otros tiempos nos conformásemos con ojear a través de la mirilla, pero hoy en día (y la cosa viene de largo) esto no es así y el gran público quiere “meterse en la vida de los demás”.

Buscando un acercamiento algo más técnico podríamos decir que el Reality Show viene a documentar y exponer (muchas veces de forma cruda) situaciones del mundo real en las que participan personas (en principio, aunque no siempre ocurre de esta forma) desconocidas. Es un acercamiento televisivo al drama mundano, al quehacer cotidiano y al conflicto (a veces forzado) permanente, pues finalmente nos encontramos en muchas ocasiones reflejados en un espejo televisivo que todos queremos negar a priori.

El formato busca descubrir y trasladar a través de las ondas la propia síntesis de nuestra humanidad. Y esta queda impresa tal como es, con sus luces y sus sombras. Aunque, no lo niego, también cabe la manipulación.

La telerrealidad, tal como hoy la concebimos (más tarde trataremos sobre sus orígenes y desarrollo) alcanza a mostrar a millones de espectadores las intimidades más o menos sobreactuadas de aquellos que al participar en ella, pasan a convertirse en “figuras domésticas” que adoptamos como nuestras y a cuyas andanzas reservamos algo, poco o mucho de nuestro preciado tiempo.

En cualquier caso, y en este sentido nunca estamos a salvo de peligrosas involuciones, el Reality Show debe conservar siempre la frescura que le da la propia libertad de actuación de sus participantes, su compromiso hacia la Audiencia y su capacidad para mostrarse tal como son. Lo demás se convierte en el mejor de los casos en propaganda casual, en vano soporte publicitario e incluso en manipulación pura y dura, tanto de los participantes como de la propia Audiencia. Es la propia y cercana frontera con la casquería.

La telerrealidad vino para quedarse y su evolución será, sin lugar a dudas, sorprendente.

¿Hasta dónde queremos llegar? Probablemente hasta donde la Audiencia demande. Con el tiempo y la perspectiva que este otorga, podremos llegar a analizar si nuestra participación en este fenómeno fue oportuna o si por el contrario, caímos nuevamente en la vieja trampa que tan bien describió en sus versos, amargamente, Juvenal: «… iam pridem, ex quo suffragia nulli uendimus, effudit curas; nam qui dabat olim imperium, fasces, legiones, omnia, nunc se continet atque duas tantum res anxius optat, panem et circenses». (Sátiras X, 77–81)

Orígenes del Reality Show. La Prehistoria del Formato.

Es difícil encontrar los precedentes que conforman el género ya que este, tal como hoy lo conocemos es producto de una evolución más o menos forzada que parte o tiene sus orígenes (aunque quizás a algunos les llame la atención la distancia que existe entre estos y el famosísimo “Big Brother” de John de Mol) en los intentos de la cinematografía y posteriormente la televisión de trasladar al gran público aquello que más demanda: conocer de primera mano lo que le ocurre al vecino… (a poder ser sin que este se de cuenta de que le observamos, al caso ver  “The Truman Show”).

“Queen for a Day”

Probablemente, encontramos un primer intento televisivo en la producción creada por John Masterson “Queen for a Day” en 1945, que inmortalizó la famosa pregunta (que hoy forma parte de la historia de la televisión) «Would you like to be Queen for a day?».

A este le siguieron muchos otros programas (con mayor o menor éxito y aportando algo o nada nuevo al formato) como fue el caso de “Candid Camera” de Allen Funt que trasladó a la televisión americana el experimento radiado “Candid Microphone”, famoso radio show del momento. La producción tenía lugar en 1948 (su estreno fue el 10 de agosto). Su principal aportación (cuando menos para los que hemos realizado el formato) fue la utilización de la “cámara oculta” y el toque cómico que le caracterizaba. ¡Bueno, esto es la historia de la televisión!

Simplemente mencionaré (por si alguien cree que ha inventado algo nuevo) “The Original Amateur Hour” de Ted Mack y por supuesto (de Arthur Godfrey) el mítico “Talent Scouts”. Seguimos por tanto, en los años cuarenta y como curiosidad, cuando menos para todos aquellos que amamos la Publicidad, les recordaré que este último programa estaba promocionado (¿esponsorizado?) por el famosísimo anunciante de Té, Lipton.

Reality español. Primeros intentos.

Aunque “Gran Hermano” (primera edición) supuso una inflexión tanto en la televisión como en la telerrealidad española, no debemos caer en el error de pensar que fuimos, con este programa, los primeros en presentar este “novedoso” formato en España.

En realidad el primer Reality Show que se presentó en nuestras televisiones (por mucho que nos pese a los que participamos en el invento del primer Gran Hermano español) fue incluso anterior al nacimiento de la propia Televisión Española. Como lo oye…

Corría el año 1948 (la comercialización en masa de los receptores de televisión quedaba todavía muy lejana) cuando de la mano de la distribuidora/productora Rey Soria Films y la RCA (Radio Corporation of America) tuvo lugar en la plazas de toros de Vistalegre y Carabanchel (Madrid) el primer ¿concurso? que podríamos encuadrar dentro del género.

“¿Quiere usted ser Torero?”, pues este era el nombre del programa en cuestión, se llevó a cabo en varios domingos, retransmitiéndose con éxito (a nivel técnico me refiero) hasta los aparatos receptores que habían sido instalados previamente y de forma estratégica en el famoso Circulo de Bellas Artes de Madrid, donde los afortunados invitados al evento pudieron disfrutar de la dulce magia blanca que suponía el hecho de poder estar viendo, al momento de ocurrir, algo que estaba sucediendo en otro lugar distinto y en aquel entonces hasta distante. Todo un hito anterior a las emisiones “normalizadas” de Televisión Española.

Mario Cabré, el torero que se enamoró de Ava Gardner.

Una revista de la época “Dígame”, describía el suceso con todo lujo de detalles: “La emisión del maravilloso invento fue perfecta”. No puedo por menos que transcribir (tomando la fuente del periódico ABC) parte de la crónica que el mencionado semanario (“Dígame”) publicaba al respecto: “Todas las dificultades por diferencias de tensión eléctrica que en la primera prueba hicieron deslucirla estuvieron perfectamente corregidas, y en las pantallas de los receptores, idénticos a los de uso familiar, se reflejó con absoluta nitidez y perfecto manejo de planos, las incidencias de la corrida, en la que unos soñadores trataban de eclipsar a las más destacadas famas toreras”. Finalmente toda una preclara declaración de intenciones: “la emisión del maravilloso invento fue perfecta, mereció el unánime elogio de quienes la presenciaron y resultó una magnífica demostración del amplísimo campo informativo y de entretenimiento que la televisión traerá, y por poco dinero, a los hogares”.

En definitiva, tuvo que suceder que una de las primeras pruebas de transmisión (de televisión) que se realizaron en España adoptase el hoy ya tan famoso formato, aunque dudo que en aquellos míticos momentos fueran conscientes de tal “proeza”.

Pasaran casi veinte años, hasta que lleguemos a ver otro intento de emitir telerrealidad en España. En esta ocasión nos encontraremos con un programa que hoy consideramos un clásico de la historia de la televisión española: “Reina por un día” (TVE). Debemos recordar al caso, la producción de John Masterson en 1945.

En efecto, Eugenio Pena, tras un intento un par de años antes con su programa “Esta es su vida” (1962), que retomaba el formato americano de “This is your life”, presentado por uno de los grandes de la televisión americana, Ralph Edwards volvía a la carga (afortunadamente) con un nuevo proyecto. El Director español, primer Realizador del concurso «Un, dos, tres…responda otra vez» presentado por Kiko Ledgard (1972) o de programas como “España en directo” o “Juego de letras” entre otros muchos, abordaba esta producción (“Reina por un día) que será finalmente presentada por dos consagrados profesionales del medio y de la radiofonía, Mario Cabré y José Luis Barcelona.

El programa fue estrenado en marzo del año sesenta y cuatro, suponiendo todo un acontecimiento en la pacata sociedad de la época. El objetivo, nada menos que intentar realizar los sueños de las mujeres que participaban en el evento (cuando menos por un día). Finalmente las afortunadas eran coronadas “Reinas” y entronizadas simbólicamente consiguiendo cumplir alguno de sus sueños, tales como realizar un viaje o reencontrarse al cabo de los años con un familiar más o menos cercano.

Y yo pensando que había participado en el primer Reality Show realizado en España…

A partir de los 50 todo fue rodado…

Expuesto ya el caso español, retomamos (en una analepsis imaginaria) nuevamente los años cuarenta. Todo estaba ya encaminado y la vuelta atrás era inimaginable… Pero ¿hacia dónde se dirigiría el nuevo concepto televisivo? Pues bien, en las dos siguientes décadas los programas se multiplicaron y comenzó la “especialización” en donde al formato original le fueron saliendo competidores que intentaban, innovar y/o aportar su pequeño grano de arena a la todavía por consolidar telerrealidad. Evidentemente esta no aparecía todavía con las características que hoy la distinguen.

Allen Funt

Lindando el género tenemos algún programa curioso, como aquel que hizo correr ríos de tinta en su momento (no por el propio contenido del programa en sí, que también) y que consiguió ni más ni menos que… ¡cambiar el nombre de una ciudad! En efecto, “Truth or Consequences” (“Verdad o Consecuencias”) además de ser un famoso programa de televisión, es una no menos famosa ciudad del Condado de Sierra, en Nuevo México (USA). Llamada originariamente Hot Springs, esta pequeña (y linda al parecer) ciudad cambió su nombre por el del concurso (por aquel entonces todavía radiofónico) cuando Ralph Edwards se comprometió a emitir el mismo, desde la primera ciudad que adoptase el nombre del entonces ya famoso Show. ¡Et voila! Hot Springs fue la galardonada y comenzó a partir de aquel momento a llamarse (y todavía hoy se llama así) Truth or Consequences. Increíble pero cierto (o cuando menos curioso). A lo largo de su historia la CBS y la NBC fueron ocupándose de su transmisión televisiva. El formato se movía de un lado a otro…

Va a ser en 1965 cuando nos encontremos con un programa de entretenimiento que se acerque más a lo que hoy entendemos como Reality Show (aunque todo esto debemos tratarlo y tomarlo con cierta perspectiva) y que no es otro que “The American Sportsman”. En esta serie de entregas que dura hasta la década de los ochenta, en la cadena ABC, se ven ya los rasgos que van a tipificar el género y se introduce en él, la participación de personajes famosos (Bing Crosby, por ejemplo) o populares, que a veces aparecen acompañados de amigos o familiares. De esta forma los participantes se irán de caza, de pesca, harán rafting, ala delta o escalada libre entre otras muchas actividades, generalmente al aire libre. El deporte prima en su contexto general y las distintas personalidades aflorarán como en todo buen reality que se precie. En su evolución (sobre todo a partir de su tercera temporada) toma más peso la vida en la naturaleza, el senderismo, el buceo y el mundo de los caballos, pero también se conducen coches de carreras, buscando en todo momento un contenido fresco, prácticamente libre de guión. Emitido en las tardes del domingo, su Boss, durante los primeros años fue Joe Foss.

A partir de este momento, la tarta está servida y comenzamos a dar grandes pasos en el afán de presentar nuestras interioridades, sacrificando eso si (los participantes) gran parte de su intimidad y desde luego, en algunos casos, alcanzando cierta fama tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos de América.

Se dan las condiciones óptimas para que aparezcan programas como “An American Family” que marcará una clara inflexión en el género, apostando por la realidad tal como es, más o menos maquillada al gusto del momento. Es el año 1971, mostrándonos una familia corriente que llegará a pasar por un divorcio. Tuvo su contestación en el Reino Unido unos años más tarde (1974) con “The Family” en donde se retrataba nuevamente otra familia y su entorno.

“The Newlywed Game”

Finalmente, una serie de producciones de Chuck Barris pondrán la guinda al pastel, con programas como “The Dating Game”, “The Newlywed Game” o “The Gong Show”. Chuck Barris llegará a ser un personaje muy conocido en el mundo de la televisión. Clarividente y visionario para unos, adelantado a su tiempo, representa para otros la formalización de la llamada televisión basura. Su creación “The Dating Game” da comienzo a los programas de parejas, creando un nuevo subgénero, en el que todo es posible.

Pero va a ser con su producción “The Newlywed Game” (“El juego del recién casado”) con el que se enfrentará a un gran reto: luchar contra la opinión pública. Este programa creo una gran polémica en su momento, teniendo seguidores y detractores muy activos y entregados. En resumen, la entrega consistía en enfrentar a distintas parejas de recién casados, que participaban en una serie de rondas de preguntas más o menos insidiosas al objeto de demostrar la buena conexión que existía en el matrimonio y lo bien que se conocían. Sobre este programa hay mucho escrito así que tampoco me extenderé mucho acerca de su contenido o las situaciones que provocaba, dentro y fuera del Estudio. Si debo contar, que esta producción llevo a algunas parejas al divorcio o la separación y que fue pionero en hablar sobre las relaciones sexuales en televisión (cuando menos en esa forma y sentido). Tampoco nos olvidemos de la todopoderosa censura norteamericana de la época. Posteriormente, el formato se ha venido repitiendo (en sus distintas variantes) hasta la saciedad.

Chuck Barris fue denostado públicamente en numerosas ocasiones…

 Y ahora nos quejamos por un poco de casquería…

Los maravillosos Ochenta. Y más.

Dejando a un lado “The People’s Court” (1981) del que hablaré en profundidad en otra ocasión, cuando aborde en derechura los famosos Court Shows (género que también he tenido la oportunidad de realizar) entramos de lleno en unas décadas prolijas en cuanto a la aparición de distintos formatos y facturas. Es aquí donde van a converger los programas que definitivamente aportaran al Reality Show las características que van a conformar, tal como hoy en día lo entendemos, el género.

George Schlatter

Será el “hombre de Alabama” (que entre otras muchas cosas tiene en su haber el hecho de ser el creador de los «American Comedy Awards») George Schlatter quien posibilitó la emisión, a partir de 1979 (y hasta el 84) en la NBC, primero la noche de los miércoles y después en la de los domingos, del famoso “Real People”.  Gente común y corriente fue un éxito para la cadena, que rápidamente fue copiado y contra programado por la competencia (entre ellas ABC) a pesar de que hoy podríamos encontrar estas entregas algo “light” y más cercanas a un Talk Show híbrido, con toques de comedia.

Tras algunos intentos norteamericanos de encauzar el género, generalmente con no muy buenos resultados, no será hasta comienzos de la década siguiente, en 1991 cuando nuevamente otro programa, esta vez holandés y dirigido por Joost Tholens, volverá a marcar un nuevo punto de inflexión en la telerrealidad. En esta ocasión nos referimos al mítico “Nummer 28”.

Siete extraños, estudiantes, pasan a formar parte del nuevo experimento sociológico al ser reunidos en una casa de Ámsterdam (el numero 28 era precisamente el numero postal de la casa) en un intento de lograr ganar más cuota de audiencia por parte de Today TV. Lamentablemente las cosas no siempre salen como los productores quieren  y el experimento sólo duró una temporada.

Durante varios meses, las vidas de estos jóvenes fueron seguidas en profundidad por las cámaras al objeto de poder entregar al gran público un producto realmente innovador. Hemos de resaltar que en esta ocasión no se pusieron en juego algunos aspectos “de concurso” que otros realities tienen en la actualidad. Tampoco estaban aislados del mundo exterior. Dos puntos importantes a tener en cuenta. En cambio sí se introdujo un elemento que posteriormente alcanzará una gran importancia en el formato: el concepto “confesionario”.

MTV y BBC pondrían en juego, posteriormente, (en “The Real World” por ejemplo) entregas parecidas, provenientes del mismo campo o similares.

¡Que llega Gran Hermano!

Nos ponemos en Suecia, en el año 1997, cuando Charlie Parsons produce “Expedition Robinson” que añadirá al formato uno de los signos fundamentales de su identidad definitiva. La lucha sin tregua por los ahora “concursantes” para evitar la eliminación y resultar ganadores del Show. Se introduce, esta vez de forma clara y definitiva, el concepto de “competencia”. Se emitirá posteriormente en sesiones propias por números países adoptando el nombre de “Supervivientes”. Nacen los “Elimination Shows”, como un subgénero del reality.

Cabe destacar, además y por si fuera poco lo anterior, que es a partir de este momento cuando los participantes de este tipo de programas van a comenzar a ser realmente populares, entrando por la puerta grande en la vida (y el corazón, en algunos casos) del gran público, que se verá muchas veces reflejado en ellos.

Resaltando por tanto, nuevamente la importancia de “Expedition Robinson” y las innovaciones que aporta al género, tras la emisión de algunos programas menores llegamos a otro hito en la historia del género: “American Idol” (y años más tarde “Latin American Idol” en la versión para Hispanoamérica) que se irá perpetuando, con su propio nombre o envuelto en distintas variantes durante bastante tiempo.

La búsqueda de una Superestrella, “American Idol” fue creado por Simon Fuller, y el tándem 19 Entertainment con FremantleMedia North America, (haciéndose cargo de la producción y la distribución respectivamente). Realizó su primera emisión en la FOX el 11 de junio de 2002. Con sus famosas votaciones por teléfono, internet o SMS las distintas entregas tratan de encontrar los mejores cantantes del país, promocionandolos y enviándoles directamente a la fama (o al olvido, en algunos casos…). La historia de la génesis del programa es bastante larga. Derivado del “Pop  Idol” británico (en otra ocasión dedicaré algunas líneas a este programa y su viaje desde Australia hasta gran Bretaña) ha venido consiguiendo unas cuotas de pantalla realmente envidiables, manteniéndose durante muchas temporadas (seis cuando menos) como claro vencedor en la guerra de audiencias, sobrepasando en algunas ocasiones los treinta millones de espectadores. Como curiosidad decir que la franquicia India “Indian Idol” también consiguió mantenerse en el puesto más alto durante las seis primeras entregas (temporadas). Diré por ultimo, con respecto a este programa, que estuvo a punto de no llegar  a producirse en los USA, a pesar del rotundo éxito alcanzado en el Reino Unido, ya que las cadenas americana se mostraron bastante escépticas a la hora de comprar la idea. Entró en juego, estando así las cosas, Elisabeth Murdoch (que era una gran seguidora del programa original británico) quien finalmente pudo convencer, gracias a su insistencia, a su millonario padre Rupert Murdoch que gestiono directamente la entrada del formato en la FOX.

Durante este periodo y en los años siguientes se pone de manifiesto toda una revolución activa por la creación de realities que no tendrá fin hasta nuestros días. Los programas ya son conocidos de todos y el género se asienta como fenómeno de masas (en algunos casos) alcanzando grandes cuotas de pantalla y popularidad. Y sobre todo siendo rentables.

Poco a poco irán apareciendo “Star Academy”,” The X Factor”, ”Got Talent”, “Top Model”, “Master Chef”, “Dancing with the Stars”, “Fear Factor” y así un largo etcétera.

Y por supuesto “Big Brother”, cuya franquicia española “Gran Hermano” supondrá un punto de inflexión en la historia de la televisión en nuestro país por diversos motivos, sociales, de audiencia, técnicos, etc. Al respecto y para no repetirme, recomiendo al lector que vea este enlace http://www.patxigrande.com/gran-hermano/ donde podrá encontrar algo de información al respecto.

En el año 2001 la Academia de las Artes y las Ciencias Televisivas (de EEUU) añade el género a los Premios Emmy, con su propia categoría, (posteriormente tendría tres categorías, Outstanding Reality Program, Outstanding Reality-Competition Program, y Outstanding Host for a Reality ) consagrando de forma oficial el formato.

¿Qué hay de nuevo viejo?

Con independencia de algunos intentos fallidos a la hora de aportar o innovar algo realmente bueno, en la década presente cabe destacar el trabajo del infatigable John de Mol que presenta “The Voice” consiguiendo colocar la franquicia en más de cincuenta países. Todo un logro comercial y de marketing. En algunos casos, también de audiencia.

Europa y América seguirán presentando diversas adaptaciones al género y España contribuirá al mismo, bien comprando alguna de las más famosas franquicias o adaptando lo ya existente al “gusto” local.

En este sentido, la lista ya va quedando larga. Sin afán de enumerar todas las producciones (no es un numerus clausus) y siendo consciente de que algunas se me quedarán en el tintero, estas son, las que al momento de escribir estas líneas, puedo incluir dentro del género (o sus variantes, adaptaciones, etc.). Ruego que nadie se ofenda si no es mencionado, o si por el contrario lo es.

“Acorralados”, “Alaska y Mario”,  ”Billete a Brasil”,  ”Cántame una canción”,  ”Cambio Radical”,  ”Cambio de familia”,  ”Circus más difícil todavía ”, “Confianza Ciega”, ”Curso del 63”, ”El Bus”,  “El coro de la cárcel”, “El castillo de las mentes prodigiosas”, “El Conquistador del fin del mundo”, “El número uno”, ”El show de Cándido”, “Estudio de Actores”, “Esta cocina es un infierno”,  “Esta casa era una ruina”, “El Reencuentro ”, “Ex, ¿qué harías por tu hijos?”, “Fama, ¡a bailar!”, “El Topo”, “Gandía Shore”,  “Granjero busca esposa”, “Hace falta valor”, “Hermano mayor”,  “Hotel Glam”,  “La Casa de tu vida”, “Las joyas de la Corona”, “Libertad Vigilada”, “Nadie es perfecto”, “Operación Triunfo”,  “Pekín express”, ”Perdidos en la Tribu “, “Pesadilla en la Cocina”, “Policías en Acción”,  “Popstars”,  “Préstame tu vida ”, “¿Quién quiere casarse con mi hijo?”,(y con mi madre también…) “Supervivientes”, “Supermodelo”,  “Tienes talento”, “Top Chef”,  “Un príncipe para…”

En definitiva el género está vivo y más vivo que nunca. Ahora tenemos en nuestras manos la posibilidad de adocenarnos en él, o avanzar hacia nuevas formas de expresión de la telerrealidad.

De nuevo, la aparición de programas como “Magaluf Weekender” trasladan a la opinión publica (la historia como hemos podido comprobar, líneas atrás, viene de viejo) el debate acerca de la bondad (o no) de este género y su necesidad (o no) de que algunos limites sean fijados. La libertad de expresión es la piedra angular sobre la que debemos movernos. En cualquiera de los casos será finalmente la Audiencia, quien decida.

Además, debemos considerar el hecho de que, en realidad, es poco o nada lo que hemos innovado. Casi todo nos ha sido dado ya con anterioridad. Aunque hemos participado con gran ilusión y esfuerzo en aportar algo al formato (algo habremos hecho) casi todo estaba ya inventado.

Que lejos quedan ya aquellos primeros e inexpertos intentos de los cuarenta. Vistos en perspectiva parecen tener poco que ver con el formato, a pesar de que son padres del mismo. No sabemos qué hubiese ocurrido sin estos pasos pioneros. Como tampoco podemos saber que nos traerá el futuro del género, aunque podemos, siquiera imaginar, que será la propia vida y la realidad que acompaña a la misma, la que marcará el camino a seguir.

No pudimos vivir la explosión callada y persistente que supuso en su día la Nouvelle Vague francesa o el Free Cinema británico. El Direct Cinema norteamericano nos quedó muy lejos. Pero si hemos saboreado este pequeño y televisivo esfuerzo de la telerrealidad…

¡Bienvenidos, nuevamente,  al Cinema Verité!

Sumario
Historia del Reality Show
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Historia del Reality Show
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Historia del Reality Show desde sus orígenes hasta nuestros días.
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Patxi Grande
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