Ceremonia del Yopo

La primera vez que tuve ocasión de tomar contacto con los Piaroas de la Amazonia venezolana pude participar en una ceremonia, hoy famosa ya y conocida de todos, pero que en aquella época todavía tenía la magia de lo misterioso y desconocido. Bien es cierto que quince, veinte o veinticinco años atrás la situación de los pueblos indígenas de la Amazonia (Brasil, Venezuela y Colombia fundamentalmente) era muy diferente a la de hoy en día. En aquella época todavía suponía una aventura adentrase en la selva o formar parte de las pocas expediciones que se adentraban en los profundo del Amazonas o del Alto Orinoco.

Siempre he recorrido esas tierras trabajando (como cineasta o investigador) nunca como turista. Hoy las cosas han cambiado y cuando tengo la oportunidad de compartir mis experiencias con algunos viajeros que llegan de allí, puedo ver con gran desagrado hasta qué punto se ha comercializado con la cultura de estos pueblos y como el mal llamado progreso ha tenido una influencia negativa en los mismos. Todo lo contrario a lo que yo hubiera deseado.

Pero vayamos al grano, ya que no es esta la sede para poner de relieve el daño que los “civilizados” occidentales hemos hecho en esa zona de nuestro querido planeta azul.

La primera vez que visite a los Piaroas fue en una expedición (llamémosla así para darle un aire más aventurero) organizada por Miguel Blanco (“Espacio en Blanco” es el famoso programa que dirige Miguel en RTVE) y en la que buscábamos vivir en primera persona algunas experiencias junto a los nativos originarios de la capital del estado Amazonas, Puerto Ayacucho, en nuestra amada tierra venezolana.

Como quiera que fuese, en aquel viaje pudimos realizar diversas salidas a la selva y fue la primera vez que (yo cuando menos) pude navegar por el rio Orinoco y algunos de sus afluentes como el Parguaza, o el caño Carinagua. Bien en bongos tradicionales de madera o incluso en neumáticas modernas tipo zodiac y siempre en busca de poblados o lugares con algún componente mágico o misterioso. Después participaría en otras expediciones, distintas y no menos interesantes, conociendo otros pueblos como los yanomamis, cuyo contacto supuso para mí una experiencia realmente impactante. Manaos y el Amazonas (en Brasil)  y por supuesto el Río Meta, ya en Colombia fueron también peldaños que pude escalar en el cumplimiento de un sueño que venía arrastrando desde mi primera adolescencia.

Pero llevo a los Piaroas en el corazón. Ellos fueron los primeros.

Este gran pueblo indígena (cuya negación absoluta de la violencia verbal, mental o física es proverbial) se localiza en gran medida en la margen derecha del Orinoco, cerca de Puerto Ayacucho, capital del Estado Amazonas, en Venezuela, donde ha llegado a ocupar cerca de treinta mil kilómetros cuadrados, extendiéndose sobre multitud de ríos tales como el Sipapo, el Cuao, los Guayapo, Samariapo y Cataniapo, y por supuesto el Parguaza, o el Manapiare, entre otros. Igualmente podemos encontrar comunidades Piaroa en la bellísima Colombia, apoyándose al norte en el río Vichada y en el Guaviare, ya en el sur, en lo que conocemos como la margen occidental del Orinoco.

Apenas dieciséis mil individuos (si llegan) conforman la población Piaroa en la actualidad, siendo conocidos como Huottüja (o la “Gente con conocimiento”) o De’aruha (como los “Señores o dueños de la selva”) conservando todavía hoy su lengua vernácula el  Huottüja ttihuene, de la familia lingüística Sáliva (o Sáliba, que también incluye a otros Pueblos Indígenas)

Cuando tuve la ocasión de conocerlos por primera vez, todavía vivían (las comunidades que yo pude visitar) en los conocidos Isodes, las preciosas casas cónicas construidas a base de Palma y que caracterizaban a los Piaroa hace años. Lamentablemente hoy día muchos de ellos habitan viviendas de tipo unifamiliar (que nadie piense que me refiero a un adosado), con base rectangular (no redonda) al estilo de los Yekuanas.

He podido participar en varias ceremonias del Yopo, tanto con los Piaroas como con los Yanomamis. Ambas (con ser similares) muy distintas entre sí y desde luego con experiencias altamente impactantes. Pero la que ahora me ocupa tuvo lugar en las cercanías de la capital del Estado Amazonas, una noche tórrida de julio donde los zancudos (mosquitos gigantes) se habían obstinado en devorarnos vivos.

A nuestra llegada todo estaba ya preparado, asistíamos acompañados de nuestro guía, no recuerdo ya si era Darío o el amable Luis (han sido varios los que he conocido) y todo en el poblado respiraba tranquilidad y esa espesa calma que envuelve las comunidades cercanas al Orinoco, cuando la Luna sale y parece querer aplastarnos con su plateado peso.

Allí pude conocer a un personaje increíble, que con los años ha llegado a representar, como Consejero, a los Pueblos Piaroas. Se trataba del Chamán del lugar, que ya entonces empezaba a ser conocido por su capacidad de llegar a entender el alma del ser humano, sus dotes para la medicina natural y su comunicación espiritual con los habitantes de la selva. José Antonio Bolívar, el “Capitán”, el último gran Chamán, hoy en día conocido como el “Abuelo Bolívar”. Este Piaroa, pequeño de cuerpo y grande de espíritu, fue el primero que nos guió a través de la mágica, maravillosa y mística experiencia del Yopo. Pero no solo eso. Hubo mucho más.

A veces la expresión “Ceremonia del Yopo” puede dar lugar a confusiones, sobre todo hoy en día donde es practicada a veces no ya como una forma de expresión cultural o religiosa, sino ofrecida como un aliciente más orientado al turismo, que al estudio o la reflexión.

En realidad las prácticas chamánicas piaroas no se circunscriben al uso de una sola droga o material. Muy al contrario son varios los elementos (algunos potentes alucinógenos) que se utilizan para llevar a cabo sus rituales y ceremonias. Tal es el caso del propio tabaco ( jättei ) que he tenido oportunidad de ver como usan al final de la consumición de otras drogas con gran placer y en forma de grandes y alargados puros, la mayoría de las veces manufacturados por ellos mismos, pero también mezclado y bebido con agua. El Yopo, desde luego, ( yuhuä ) preparado terroso (que he tenido la oportunidad de probar y sufrir en varias ocasiones)  a partir de las semillas de la Anadenanthera Peregrina. Pero también el Caapi (tuhuipä sari), obtenido con las cortezas del Banisteriopsis Caapi , que puede ser bebido, en forma de jugo espeso o simplemente masticado, desde de una sencilla preparación. Por ultimo nos encontramos con el Dädä, que se bebe generalmente una vez obtenido y preparado desde la corteza del  Malouetia.

A veces (lo cual no es inusual) se mezclan todas o parte de las mismas en una sola ceremonia. Lo habitual es reunirse, al abrigo del Isode, para que el Chamán, después de hacer las preparaciones pertinentes ofrezca la posibilidad de probar el Yopo a los visitantes que a él acuden por distintos motivos.

El Chamán Bolívar preparó por tanto el Yopo para su posterior consumo, machacándolo con su pequeña piedra ceremonial, sobre un ligerísimo cuenco de madera hasta conseguir crear un polvo finísimo, apto para la inhalación.

Al poco uno a uno, fuimos probando la misteriosa preparación inhalándola desde un tubo alargado hecho con un hueso de garza que acababa en dos extremos que debían ser introducidos en la nariz. El Chamán soplaba la droga desde el otro extremo con gran fuerza por lo que el primer impacto era bastante contundente. El ritual se repetía varias veces y al poco el cuerpo procedía a limpiarse rechazando desde el estómago cualquier comida ingerida con anterioridad.

La experiencia del Yopo puede no ser agradable físicamente, los mareos y vómitos pueden llegar a ser una constante, en cambio el efecto alucinógeno que provoca abre la mente de tal forma que es imposible expresar con la sencillez de las palabras el impresionante mundo onírico al que tan potente preparación conduce.

Es entonces, durante las horas de superconsciencia, cuando el Yopo regala un repaso escalonado de tu vida anterior y te proporciona la lucidez suficiente como para poder entender algunos sucesos pasados que han quedado de alguna forma incompletos o pendientes de concluir. Pero el efecto del Yopo sobrepasa el mero hecho alucinógeno (que hemos podido comprobar con otras plantas como la Datura, el Mezcal o el Peyote) transportándote cerca del “súper yo” planteado por Sigmund Freud.

Finalmente, la ceremonia se convierte en una vivencia íntima que pone en comunicación activa todo nuestro sistema neuronal, creando un auténtico éxtasis de experiencias personales, donde los sueños (pero también los miedos y terrores) de cada cual pueden aflorar con la facilidad de la gota que cae por su propio peso durante la época de las lluvias.

Pero esta visita, con ser todo lo anterior suficiente, me impresionó por un hecho, que todavía hoy me perturba, y que nada tiene que ver con el ritual del Yopo o las drogas alucinógenas de origen mesoamericano.

Ocurrió el suceso, aunque ahora lo cuente como broche final de estas líneas, antes de dar comienzo la ceremonia del Yopo.

El asunto fue que desde el día anterior venía sufriendo un fuerte dolor en el costado izquierdo, en la zona baja de la espalda, que no presagiaba nada bueno. He de decir que en aquella época y durante algunos años padecí (aunque uno nunca se termina de liberar de esa pesada carga lo escribiremos en pasado) con gran sufrimiento de la enfermedad conocida como litiasis renal. Esta presencia de cálculos en mi riñón izquierdo (que me obligó años después a pasar por quirófano) me provocaba unos cólicos nefríticos muy dolorosos, imposibilitándome, en algunas ocasiones, totalmente. Pues bien, camino del poblado donde iba a llevarse a cabo el asunto del Yopo, el cólico vino a visitarme, por lo que cuando conocí al Chamán Bolívar el dolor era ya bastante insoportable y el panorama negro por demás (busca en la selva calmantes).

Pues bien, ocurrió un hecho que me dejo impresionado. El Chamán conocía perfectamente mi llegada y mi padecimiento y apenas después de cruzar dos palabras con nuestro guía me pidió que me sentara a su lado. Todo tuvo lugar dentro del Isode, allí el hombre de la selva comenzó a realizar unos cánticos mientras frotaba con sus manos mis costado dolorido. Al cabo de unos minutos en los que todo pareció ralentizarse, mi dolor desapareció por completo. Miraba estupefacto al Chamán cuando este retorciéndose levemente (como en un trabajo realizado a cámara lenta) me sonrió con una gran ternura y tomó mi mano izquierda para acercarla a su boca.

En principio, no entendí tal gesto, entre otras cosas porque estaba asombrado de que aquel terrible dolor hubiera desaparecido por completo… en Madrid, hubiera tenido que ir a urgencias de algún hospital y ser tratado con calmantes potentes para conseguir tal efecto, pero la cosa no acabó ahí… como decía tomó mi mano izquierda y la dirigió a su boca.

Después, mirándome a los ojos acercó sus finos labios a la palma de mi mano y dejó caer desde lo profundo de su boca una minúscula piedrecita… ¡Era el cálculo de mi riñón!

No podía ser. Era absolutamente imposible.

Y sin embargo ocurrió. Sacó mi piedra del riñón y me alivió de forma instantánea.

He de decir que este suceso me impresionó sobremanera y que durante muchos meses fue un tema recurrente en mi vida, en mis conversaciones, en mi pensamiento. Fue una experiencia única (y probablemente irrepetible) que me llevó años después, ante la ignorancia e incredulidad de muchos de los que me rodeaban, a llevar dicho calculo a un laboratorio farmacéutico para ser analizado.

En mi casa conservo el informe entregado días después al respecto,

“Datos de la muestra:

Calculo renal; Estudio cristalográfico; Origen: RENAL; Resultado: Cristales de Oxalato cálcico dihidrato; validado por EMG.”

Firma de la directora del laboratorio, etcétera, etcétera.

Solo en ese momento, cuando recibí los resultados del análisis, di el tema por acabado. Fue precisamente en ese instante cuando realmente todo se ordenó como en un puzle descompuesto y nuevamente reconstruido, para ofrecerme la respuesta científica que con tanto anhelo había venido buscando.

Entonces, finalmente, el círculo se cerró. Fiat Lux.

Sumario
Ceremonia del Yopo
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Ceremonia del Yopo
Contenido
La ceremonia del Yopo con los Piaroas en la Amazonía.
Autor
Editor del Blog
Patxi Grande
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